sábado, 26 de noviembre de 2011

Ejercicio Fisico y Sindrome Metabolico


Entre los mecanismos propuestos para explicar los efectos positivos de la actividad física destaca la actuación sobre los componentes del síndrome metabólico. Se trata de una entidad nosológica descrita por Gerald Reaven en 1988, aunque ya distintos estudios estaban advirtiendo sobre el riesgo cardiovascular que implicaban las dislipemias, la obesidad, la hipertensión arterial (HTA) y la intolerancia a la glucosa. El síndrome metabólico representa un grave riesgo de morbi-mortalidad cardiovascular y de diabetes mellitus. Aparece en personas con susceptibilidad genética, pero se debe a causas adquiridas, entre las que sobresalen el sedentarismo y las dietas hipercalóricas.
Los pilares de su tratamiento radican en una dieta baja en calorías y el incremento de la actividad física. El incremento de la actividad física reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular y de diabetes mellitus en los pacientes con síndrome metabólico. En la 1.ª Conferencia de Prevención y Promoción de la Salud en la Práctica Clínica en España. Prevención cardiovascular 82, se atribuye al ejercicio físico un efecto escaso sobre la reducción del peso, valorada por el índice de masa corporal (IMC), pero reduce la masa grasa y la grasa abdominal además de ser la medida más importante para la prevención del aumento del peso. En los/as intolerantes a la glucosa, la dieta y el ejercicio combinados reducen el desarrollo de la diabetes tipo 2 hasta en un 58% de forma dosis-dependiente.
La práctica de ejercicio físico favorece un aumento de la sensibilidad a la insulina y mejora el control glucémico a largo plazo en los pacientes con diabetes tipo 2. Además, el ejercicio físico mejora globalmente el perfil lipídico de modo dosis-dependiente en relación con la cantidad (no la intensidad) del mismo. El ejercicio físico se asocia también con una reducción de la presión arterial, tanto en los/as pacientes hipertensos (reducción de la presión arterial sistólica/diastólica de reposo de 6.9/4.9 mmHg), como normotensos (reducción de la presión arterial sistólica/diastólica de reposo de 3.0/2.4 mmHg). Dado el amplio repertorio de mejoras metabólicas y de presión arterial, no es sorprendente que el ejercicio físico mejore el pronóstico de pacientes con enfermedad coronaria, con una reducción de la mortalidad coronaria del 26% (20% de la mortalidad total).
Por último, en los/as pacientes con claudicación intermitente, el ejercicio físico incrementa la distancia de la claudicación un 179% o 225 metros y la máxima distancia caminada un 122-150% (398 metros).
El síndrome metabólico se define por la presencia de al menos 3 de los siguientes criterios :
- Circunferencia de cintura > 102 cm en hombres y > 88 cm en mujeres.
- Triglicéridos séricos ≥ 150 mg/dl (1,70 mmol/L). - HDL-C < 40 mg/dl en hombres y < 50 mg/dl en mujeres.
- Presión arterial ≥ 130/85 mm Hg.
- Glicemia en ayunas ≥ 110 mg/dl (6,10 mmol/L)
Este síndrome tiene una prevalencia muy elevada en nuestra población y alcanza un 12% en el registro MESYAS español sobre población trabajadora sana; y el 22% de la población general española 13. Respecto a la evolución temporal la diabetes tipo II, las estimaciones son muy poco halagüeñas: se espera que el número global de afectados/as aumente de los 150 millones actuales a 220 millones en 2010 y a 300 millones en 2025 108. La gran mayoría de estos pacientes tendrá diabetes en relación con la obesidad y el estilo de vida sedentario. La obesidad es el principal factor patogénico de este síndrome y más del 80% de las personas obesas son insulino-resistentes. Esta tendencia al aumento de prevalencia de la diabetes y la obesidad supone en la actualidad un auténtico reto para los sistemas de salud pública de prácticamente todo el mundo y continuará siéndolo en el futuro 86. El ejercicio físico reduce la lipogénesis e incrementa la lipólisis 93. Estudios recientes, han demostrado que la pérdida de peso inducida por el ejercicio, reduce significativamente la grasa total, la grasa visceral y mejora la condición cardiorrespiratoria. La actividad física que no se acompaña de reducción del peso también tiene los mismos efectos beneficiosos.
Respecto al componente hipertensivo del síndrome metabólico, se ha demostrado que la práctica regular de ejercicio físico produce una disminución de la presión arterial en los/as pacientes hipertensos y con síndrome metabólico 100. Diversos estudios han mostrado resultados semejantes en menores. Krekoukia y cols 98 encontraron resistencia a la insulina, CRP y niveles de lípidos en sangre más altos en los menores obesos/as. La circunferencia de cintura y la actividad física total explicó un 49% de la varianza de la resistencia a la insulina. Además la grasa total y la abdominal se asociaron positivamente y la actividad física se relacionó negativamente con la resistencia a la insulina en menores.
Los autores concluyen que las intervenciones para mejorar el metabolismo de la glucosa en jóvenes deben priorizar la reducción de la grasa corporal e incrementar la actividad física. La detección de individuos con síndrome metabólico debe enfocarse sobre las principales poblaciones de riesgo: obesos/as, hipertensos/as, diabéticos/as y pacientes con cardiopatía isquémica, que presentan mayores probabilidades de padecer este síndrome. Los cambios en los estilos y hábitos de vida representan una importante medida en pacientes con síndrome metabólico, en especial relacionados con un incremento de la actividad física sistemática de tipo aeróbico.

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